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E U S E B I O C. C A R B O
miento, lo reconoce, como antes lo reconocieron por lo menos a ratos, otros socialistas estrechamente emparentados con el marxismo.
Tal influencia brinda la explicación de muchas cosas. Porque ella pone de relieve hasta qué punto el espíritu de investigación era ahogado en el pontífice máximo del socialismo autoritario, por el idealismo transcendental.
Y del mismo modo que Fichte en sus concepciones panteístas ve en Dios la causa eficiente de todos los fenómenos que se registran en el mundo, sea cual fuere si carácter, y de cuantas manifestaciones ofrezca la vida social y humana,Marx, siguiendo las normas que caracterizan a la metafísica sin una alteración sustantive, ya que cuantas variaciones introduce en el sistema se refieren únicamente a una simple cuestión de nombres, reemplaza a Dios por la Economía.
La convierte en nueva divinidad, a la que todo, absolutamente todo, está subordinado. Según veremos más adelante, la crítica moderna, al patentizar la falta absoluta de rigor científico de la dialéctica marxista, asó como su completo desdén por las demostraciones de los hechos, ha reducido a proporciones microscópicas su valor, sin tener para nada en cuenta el que ayer pudo serle atribuido.
Pero antes de examinar ese aspecto de las concepciones de Marx es preciso establecer, tan sumariamente como lo impone el reducido marco de un
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