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E U S E B I O C. C A R B O
Es acaso debido a ello que diluye tanto -- complicándolas al infinito-las fórmulas más simples, y que da tantas vueltas a unos detalles que en nuestra época carecen en absoluto de importancia.
Porque no hace falta ser antimarxista -- que es ser antiautoritario --, como lo somos nosotros, para afirmar que las observaciones de hace dos siglos-y más particularmente su ellas se refieren a determinados aspectos de la economía-no proyectan ninguna luz sobre los fenómenos a que actualmente asistimos.
Hasta los de hace medio siglo han envejecido en su mayoría. No sirven, en general, para nada, su no es para enturbiar el prisma.
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A pesar de que Deville, en la obra citada más arriba, dice que Marx es "el último profeta judío", es lo cierto que sus profecías, lejos de ser confirmadas por los hechos, van siendo cada día más rotundamente desmentidas.
Guesde, jefe de la fracción extremista del socialismo francés, lo reconoció al decir: "Los socialistas no son arquitectos sociales ni profetas." Y Kautsky, más mesurado -- y más objetivo -- que Deville, les da con la badila en los nudillos a Marx y a su ciegos apologistas en estos términos: "Los pensadores pueden, hasta cierto punto, conocer la dirección de los fenómenos económicos, pero no determinarlos a su capricho, ni
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