Aproximación a las fuentes de Prada
sobre la cuestión religiosa
Joël DELHOM
Universitè de Bretagne-Sud - ADICORE
Publicado en:
Manuel Gonz·lez Prada: escritor de dos mundos. Actas del coloquio internacional ERSAL-AMERIBER EA 3656, Isabelle Tauzin (ed.), Lima, Instituto Francès de Estudios Andinos-Presses Universitaires de Bordeaux-Biblioteca Nacional del Perú (Col. Actes et Mèmoires de lIFEA ; 8), 2006, p. 57-68.
Entre otros aspectos interesantes, la obra de Prada se distingue por su gran número de referencias explìcitas que permiten al historiador de las ideas o de la cultura acercarse al proceso de elaboración de un pensamiento singular, asì como estudiar la crìtica latinoamericana de los libros y conceptos que alimentaban el debate intelectual de la època. Aquì nos limitamos a presentar las fuentes m·s relevantes de la cuestión religiosa, un tema que preocupó a Prada toda su vida y que el escritor ubicaba en el centro de su planteamiento antropológico, como lo demuestra la siguiente afirmación de 1902: "Como se ha dicho muy bien (y nos gozaremos en escribirlo a menudo) toda cuestión polìtica se resuelve en una cuestión moral, y toda cuestión moral entraòa una cuestión religiosa"1.
En los aòos ochenta y noventa, Prada dedica mucho tiempo al estudio histórico de la religión, desde una perspectiva sociológico-evolucionista. La considera como una superstición primitiva contraria a la razón, fuente de pasividad intelectual y de resignación social. Denuncia su función de dominación al servicio de los poderes establecidos, como un obst·culo al progreso material y moral de la humanidad. Por eso se niega a separar las cuestiones sociopolìticas de las religiosas y concede la m·xima prioridad a la propaganda anticlerical, juzgando que la religión tiende a ser sustituida por el espìritu cientìfico y que conviene apresurar su lenta desaparición. Inmerso en un ambiente de general intolerancia, abandona el ensayo erudito por el libelo caricaturesco, a medida que evoluciona del liberalismo al anarquismo.
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La crìtica dieciochesca de la religión es en Prada un modelo histórico fundamental, aunque resalta menos en su obra que la crìtica contempor·nea. Menciona al protestante francès Pedro Bayle, un espìritu anunciador de la filosofìa de la Ilustración, que combatió la superstición en Pensamientos sobre el Cometa (1694) y cuyo Diccionario histórico y crìtico (1696-97) se convirtió en una obra enciclopèdica muy famosa. Prada tambièn evoca al erudito materialista Nicol·s Frèret, autor de Examen crìtico de los apologistas de la religión cristiana (1766) y de Examen crìtico del Nuevo Testamento (1777). Remite asimismo al escritor y polìtico Carlos Dupuis, que analiza los dogmas religiosos como alegorìas astronómicas en Origen de todos los cultos o Religión universal (1794). Recuerda Las ruinas (1791) del conde de Volney, a propósito de la decadencia de los imperios y de la multiplicidad de los sistemas religiosos. Cita la Guerra de los dioses (1799), una parodia de la Biblia del vizconde Evaristo de Parny, quien escribió tambièn poesìas eróticas2. Pero fueron probablemente Diderot y Voltaire sus dos ilustrados predilectos. Prada celebra la constancia de Diderot en la elaboración de la famosa Enciclopedia (1751-72), que valora como fundamental obra revolucionaria y de vulgarización, erguida contra la autoridad y la tradición en nombre del progreso3. En los fragmentos del ensayo inconcluso "El siglo XVIII", donde Prada menciona adem·s a Rousseau, Buffon, Montesquieu, Hume y Lessing, defiende la contribución de Voltaire, tanto por su contenido como por su forma, especialmente su ardor ofensivo. Al revolucionario moralizador Rousseau, mis·ntropo y sentimental, prefiere definitivamente el "burlón, chocarrero y hasta cìnico" Voltaire4. Admira su prosa y lo presenta como "el escritor francès m·s digno de colocarse frente a Vìctor Hugo"5. Tambièn opone Voltaire a un gran estilista del siglo anterior, el obispo Bossuet, cuyo fundamento filosófico impugna con acierto:
La decantada frivolidad de Voltaire, su tradicional ligereza, se desvanece al considerar que hay miras m·s elevadas, m·s ciencia y m·s humanidad en el Essai sur les múurs et l'esprit des nations que en el Discours sur lhistoire universelle de Bossuet.
aòadiendo en una nota marginal: "Una filosofìa de la Historia que parte del pecado original no puede ser sino un sistema estrecho y sectario"6. Efectivamente, mientras el Discurso apologètico de Bossuet (1681) lo relaciona todo con la divina Providencia para contestar al filósofo panteìsta Spinoza que discutìa el valor sagrado de la Biblia, el Ensayo de Voltaire (1756) insiste en los progresos de la civilización y muestra la relatividad de las creencias y costumbres. En otro texto, Prada censura igualmente el libro Polìtica sacada de la Santa Escritura (1709) del obispo francès7. Hay que extender esta oposición de autores a una oposición de siglos, porque el limeòo considera el siglo XVIII como la negación filosófica del anterior, el gran siglo metafìsico caracterizado en Francia por el absolutismo mon·rquico ungido por la Iglesia. Lo paradójico es que Voltaire era tambièn un gran admirador del siglo de Luis XIV.
Citando a Lessing, Prada ensalza la figura del hereje, cuya indisciplina favorece la evolución de la humanidad, y evoca a clèrigos cism·ticos o reformadores: desde Arrio y Focio en los tiempos remotos, hasta sus contempor·neos el peruano Gonz·lez Vigil, los franceses La Mennais, Renan, Carlos Loyson conocido como el padre Jacinto, el alem·n Juan Doellinger y el norteamericano Guillermo Channing, sin olvidar a Lutero y Calvino8. Lessing, autor de El cristianismo racional (1753), estudió la historia de las religiones y mantuvo polèmicas con los teólogos. Es probable que la filosofìa moral y religiosa difundida por su libro La educación del gènero humano (1780) influyera en Prada, quien tradujo su poesìa y lo consideraba como uno de los mejores crìticos literarios modernos, junto a Goethe, Sainte-Beuve y Taine. En varias oportunidades, Prada se refiere al movimiento crìtico de búsqueda del Jesús histórico, iniciado en la segunda mitad del siglo XVII por la teologìa protestante y la Ilustración alemanas. Lessing y Herder9, entre otros muchos estudiosos, participaron en esta pujante corriente de continuo desarrollo en los siglos posteriores. Prada aclara sus preferencias en un ensayo dedicado a Renan:
Sin embargo, muchos contempor·neos de Renan hicieron tanto como èl y acaso m·s en lenguaje menos apacible, sin que el aire se cargara de tempestades. No contando con las traducciones de Strauss, Feuerbach y algunos otros alemanes, merece recordarse a Patrice Larroque, que niega el origen sobrehumano de la Biblia y combate uno por uno todos los dogmas cristianos; a A. Peyrat, que destruye la divinidad de Jesucristo y la autenticidad de los cuatro Evangelios; a Fèlix Pècaut, que no admite la perfección humana de Jesús.10
La supresión de este p·rrafo cuando Prada revisó sus escritos podrìa explicarse por una leve revaluación de la obra de Renan, o como una precaución para evitar una ambig¸edad. En efecto, agregó al texto la frase: "Si por muchos de sus libros marcha Renan con los tìmidos i conservadores, por su Vida de Jesús va con los avanzados zapadores de viejas teogonìas"11. Le rinde asì un claro homenaje por haber negado la divinidad de Jesús. Aunque no se puede excluir totalmente la siguiente hipótesis, no creemos que haya querido borrar referencias por disentir de ciertas opiniones de los autores citados, porque Prada acude siempre a fuentes ideológicas variadas e incluso antagónicas, extrayendo de cada una lo que a èl le interesa, y critica o ignora los otros aspectos, según los casos.
Los estudios sobre Jesús del teólogo alem·n David Strauss, que negaba el valor histórico de los Evangelios e interpretaba la vida de Cristo como un mito, dominan la crìtica religiosa del siglo XIX y han inspirado a Renan su propio trabajo. En La vida de Jesús, elaborada de manera crìtica (1835), Strauss dejaba intacto el contenido ideal del cristianismo como encarnación de lo divino en la humanidad. Pero m·s tarde evolucionó hacia un riguroso materialismo y se opuso a la interpretación hegeliana de la religión12. Por otra parte, adhirió al darwinismo social y al absolutismo mon·rquico, algo totalmente contrario a las ideas de Prada. En sus obras, el filósofo anticlerical Patricio Larroque criticó el catolicismo y su influencia; su Examen crìtico de las doctrinas de la religión cristiana (1859) discute los fundamentos y los dogmas de la fe hasta negar el origen divino del cristianismo. Larroque, sin embargo, pensaba que las creencias religiosas son imprescindibles para garantizar la moralidad pública y rechazaba el ateìsmo en favor de un deìsmo racional. Est· claro que el intelectual peruano disentìa de ambas posturas. El teólogo protestante Fèlix Pècaut defendió el liberalismo religioso y colaboró en la organización de la enseòanza primaria laica en Francia. Su libro Cristo y la conciencia (1859) niega la inspiración divina de las Escrituras asì como la santidad y la infalibilidad de Jesús, aunque revela un sentimiento religioso muy profundo, casi mìstico; en la segunda edición (1863), el autor corrigió los aspectos m·s escandalosos de su an·lisis. El escritor y polìtico de izquierda Alfonso Peyrat escribió varias obras sobre historia y religión, entre ellas Historia elemental y crìtica de Jesús (1864), que presentaba como una introducción histórica a La vida de Jesús de Renan, publicada el aòo anterior. Tambièn podemos incorporar en nuestra lista al historiador Ernesto Havet13, cuyo estudio El Cristianismo y sus orìgenes (1872-84) subraya la influencia predominante de la filosofìa griega en la nueva religión, un tópico presente en el discurso de Prada, asì como al filósofo Nietzsche, al que se aproxima el peruano cuando analiza el cristianismo como un culto mórbido del sufrimiento, que desprecia la individualidad y niega la voluntad del hombre.
El eclecticismo y la disparidad cualitativa de las lecturas de Prada sobre la cuestión religiosa resultan evidentes cuando se analizan las referencias que proporciona en el ensayo "Jesucristo y su doctrina" (1891-98), donde se refiere al erudito Gustavo Brunet (Los Evangelios apócrifos, 1863) y al polìgrafo Alejandro Weill (Moisès y el Talmud, 1864), opone los libros del alem·n de cultura hebraica Enrique Laible (Jesucristo en el Talmud, 1891) y del periodista ruso Nicol·s Notovitch (La vida desconocida de Jesucristo, 1894), y menciona al extravagante Teófilo Cailleux (Judea en Europa, la verdad sobre los Judìos, sus orìgenes y su religión, 1894). Notovitch y Cailleux carecen totalmente de crèdito cientìfico14, lo cual lleva a pensar que sus libros fueron comprados bajo el influjo de la novedad editorial cuando el peruano residìa en Parìs.
Como se ha podido observar, destacan las fuentes francesas, especialmente los trabajos del siglo XIX, y no figura en la obra de Prada, con la excepción notable de Strauss, la prolìfica exègesis histórica alemana15. El único espaòol mencionado favorablemente es el filósofo e historiador positivista Pompeyo Gener, del que toma la idea del efecto neurótico del cristianismo16. Es evidente que el limeòo desprecia el pensamiento espaòol17. Estigmatiza a Balmes por su obcecación religiosa, escribiendo en un epigrama:
Balmes dice gravemente
Que, sabiendo el Catecismo,
Lo sabe todo la gente
Porque sabe el Cristianismo.
Pues admìrese la Tierra:
A varón de tal calaòa,
A quien tal criterio encierra,
Llamó filósofo Espaòa18.
A Sanz del Rìo, el fundador de la escuela krausista, le juzga incomprensible e incoherente19. No nombra a Giner de los Rìos, discìpulo de Sanz y fundador de la Institución Libre de Enseòanza. No sorprende, entonces, que Prada exclamara: "Los taladores de selvas primitivas, los arrojadores de semillas nuevas no pertenecen a Espaòa: Hegel i Schopenhauer nacieron en Alemania, Darwin i Spencer en Inglaterra, Fourier i Auguste Comte en Francia"20.
El erudito que m·s interès despertó en Prada fue sin duda Ernesto Renan, tal vez por ser tambièn un gran escritor21. El peruano se muestra bastante crìtico en cuanto a la obra de Renan y especialmente su Vida de Jesús (1863), el primer volumen de una monumental Historia de los orìgenes del cristianismo (1863-81). Prefiere el mètodo histórico de Peyrat22, que estudia los hechos uno por uno, apuntando las contradicciones y las inverosimilitudes. Reprocha a Renan su mesura, pero tambièn mide el alcance de sus herejìas y defiende el libro contra la opinión de algunos crìticos. Aunque le reconoce poca originalidad en el fondo, admira su talento para la vulgarización: "La grave erudición de los exejetas alemanes se convierte con Renan en disertación agradable"23. Asì deja claro que no habìa leìdo sólo a Strauss. La referencia a Deìsmo y Cristianismo (1866) de Julio Levallois, que fue secretario del crìtico literario Sainte-Beuve, y al escritor Pablo Bourget muestra que Prada se interesó tambièn por la recepción de la obra de Renan. Disintiendo de la opinión de Bourget, niega que el trabajo de Renan sea de car·cter cientìfico, reconocièndole sólo el mèrito de la erudición24. Es de notar que Prada menciona una veintena de libros de Renan, hecho excepcional que no se repite m·s que en el caso de Hugo. Juzga la obra demasiado metafìsica y mìstica, al autor demasiado timorato y contradictorio, destacando la influencia dominante de Hegel en el francès:
No se le compare con Darwin o Spencer, no se le pida tampoco l'audacia de un Feuerbach para derribar todo el edificio relijioso de la Humanidad, ni de un Haeckel para reconstruìr la evolución de la vida en el Planeta; pero, sin salir de Francia ni penetrar en el dominio de las Ciencias naturales, comp·resele con Letourneau, Andrè LefËvre o Guyau. Junto a la Irrelijión del Porvenir o al Bosquejo de una Moral sin obligación ni sanción, muchos libros de Renan parecen anticuados i retrógrados. Hasta Vacherot llegó a conclusiones m·s atrevidas sobre el porvenir sicolójico de la Relijión. Su gran audacia consistió en negar la divinidad de Cristo i sostener, aunque no siempre, la concepción hejeliana del Universo, es decir, considerarle como un ser en la jestación de Dios.
l no se detuvo a reflexionar en la fecunda solidez del Positivismo [...]25
Para el filósofo hegeliano Esteban Vacherot, que pasó del republicanismo de izquierda al monarquismo, Dios es una representación del ideal en el espìritu humano. El libro La religión (1868), uno de sus mejores según Prada26, es un an·lisis psicológico del sentimiento religioso considerado como una etapa transitoria de la inteligencia humana. A travès de la figura de Renan, el limeòo critica el hegelianismo en materia religiosa, asì como el eclecticismo espiritualista del filósofo Vìctor Cousin27.
Resalta el influjo del positivismo evolucionista en el an·lisis del fenómeno religioso como superstición que va desapareciendo a medida que progresa la ciencia. Prada admite la "ley de los tres estados" (teológico, metafìsico y cientìfico) del desarrollo del espìritu humano y de la sociedad, enunciada por Augusto Comte en su Curso de Filosofìa positiva (1830-42), pero sabemos tambièn que intentó matizarla ya que escribió en unos apuntes:
Perìodo natural o primitivo: arreligiosidad absoluta.
Perìodo medio: superstición pura.
Perìodo actual: mezcla de superstición y ciencia.
Perìodo futuro: exclusión de la superstición por la ciencia28.
Esta adaptación niega el car·cter natural del sentimiento religioso, introduce realismo en cuanto al estado contempor·neo, pero denuncia una visión cientificista del futuro, aunque Prada rechazaba la transformación de la sociologìa en una nueva religión como lo dispuso el pensador francès en Sistema de Polìtica positiva (1851-54)29. Según el peruano, la moral impuesta a los individuos por la religión est· basada en la esperanza de una retribución o en el temor de una sanción post mortem, o sea que carece de sinceridad y de espontaneidad. Entonces, busca en la ciencia positiva el fundamento de una moral natural30. Pero, separ·ndose de Comte, no admite que la moral estè subordinada a la sociedad, sino que hace de la libertad individual su condición como en el pensamiento de Spencer (Los Principios de la ètica, 1892). Tanto el inglès como Prada fueron influenciados por el concepto de moral natural instintiva del filósofo Juan Marìa Guyau, autor de Bosquejo de una Moral sin obligación ni sanción (1884) y de Irreligión del porvenir (1886). Prada no duda en oponerle a Pascal en un grafito31.
La percepción de la religión como obst·culo al progreso material y moral, la denuncia del car·cter alienante e irracional de las creencias religiosas denotan, adem·s de la influencia de la Ilustración y del positivismo, la del filósofo Feuerbach y de las corrientes del pensamiento socialista en que èste influyó de modo determinante. Hay que mencionar a Bakunin y a Marx, subrayando que el último no es nombrado en la obra del peruano aunque sì aludido excepcionalmente, como por ejemplo cuando escribe: "El fanatismo no produce menos estragos que el èter, la morfina, el alcohol o el opio"32. La famosa frase de Marx que hace de la religión "el opio del pueblo" se encuentra en Contribución a la crìtica de la filosofìa del derecho de Hegel (1844), pero ignoramos si lo citado procede de una lectura directa de Marx, ya que el concepto de alienación es central en la filosofìa de Hegel y común a los filósofos de la "izquierda hegeliana". Por otra parte, al emitir una opinión bastante favorable al protestantismo, del cual piensa que va evolucionando hacia un mero deìsmo, Prada se aparta tanto de Comte como de los anarquistas Bakunin y Eliseo Reclus, èste último hijo de un pastor y autor de un libro que leyó Prada, La Evolución, la revolución y el ideal an·rquico (1898)*: "[...] el Protestantismo eleva a los individuos y engrandece a las naciones, porque evoluciona con el espìritu moderno, sin ponerse en contradicción abierta con las verdades cientìficas"33.
Las referencias a Spencer, Haeckel, Darwin y al antropólogo Carlos Letourneau atestiguan la importancia del evolucionismo y de las nuevas disciplinas cientìficas en la crìtica de la religión. En "Catolicismo y ciencia" (1907), Prada cita el libro de Letourneau La sociologìa según la etnografìa (1884):
En resumen, el Catolicismo es una secta lentamente formada en el seno del Cristianismo, que, como dice Letourneau, constituye "una doctrina sin originalidad, en que se mezclan confusamente las antiguas religiones del Asia Central, el Judaìsmo, las concepciones mìticas de Egipto, el Politeìsmo greco-romano y las supersticiones populares"34.
Esta opinión se aproxima a la del ling¸ista alem·n Federico Maximiliano M¸ller, fundador de la mitologìa comparada (Mitologìa comparada, 1856), tambièn invocado en el ensayo de Prada:
Hay, pues, un substr·tum religioso que perdura siempre, una especie de idea madre o cuerpo simple que entra en la elaboración de todos los sistemas religiosos. Puede afirmarse con Max M¸ller que "en la religión como en el lenguaje, todo lo nuevo es viejo y todo lo viejo es nuevo, que desde el principio del mundo no hubo religión enteramente nueva"35.
M¸ller fue el discìpulo de otro filólogo orientalista, Eugenio Burnouf, mencionado en dos ocasiones. Aunque Prada se refiere al libro La religión (1892) del etnoling¸ista Andrès LefËvre, bien pudo tomar la idea de una mitologìa inherente al lenguaje de los estudios de M¸ller o del precursor de la sem·ntica Miguel Brèal, cuya obra Miscel·nea de mitologìa y de ling¸ìstica (1877) es referida en el ensayo "Notas acerca del idioma" (1889-94)36:
Según Andrè LefËvre, "de las mil i mil confusiones, acarreadas por espresiones an·logas, nacieron todas las leyendas de la divina traji-comedia. La Mitolojìa es un dialecto, un'antigua forma, una enfermedad del lenguaje"37.
Letourneau y LefËvre fueron profesores en la Escuela de Antropologìa de Parìs.
Junto a las lecturas, conviene subrayar la importancia de la asistencia a cursos en los prestigiosos centros docentes de la capital. En el Colegio de Francia, Prada fue un asiduo oyente de las clases de Renan38, siguió los cursos de s·nscrito del orientalista Felipe Foucaux "sobre las leyes de Manu y la vida del Buda" y probablemente escuchó a los orientalistas Hervey de Saint-Denys, Maspero, Clermont-Ganneau y Barbier de Meynard, tambièn recordados por èl39. En cuanto a la historia antigua, no hay que omitir la influencia ejercida por Emilio Deschanel, a cuyas conferencias en el Colegio de Francia asistió Prada, y sobre todo por el erudito, poeta y quìmico Luis Mènard. Tres libros de Mènard (De la Moral antes de los filósofos, 1860; Del Politeìsmo helènico, 1863; Historia de los Griegos, 1886) son mencionados por el limeòo, que podrìa haber asistido a sus lecciones sobre la historia universal en el Ayuntamiento de Parìs en 1891-92. En el ensayo "Las esclavas de la Iglesia" (1904) cita dos veces a Mènard en torno a la influencia negativa del cristianismo en la emancipación de las mujeres40. Numerosas referencias muestran la importancia de la disciplina histórica en la formación del pensamiento de Prada41.
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Hemos destacado la influencia preponderante de las fuentes europeas, particularmente francesas y alemanas, como expresión de una modernidad progresista, que Prada contrapone a la cultura ibèrica. El estudio de la cuestión religiosa es representativo del proceso de apropiación y reelaboración cultural que opera, combinando fuentes muy variadas hasta elaborar una doctrina coherente y personal. Cuando Prada valora la obra intelectual de un autor toma tambièn en consideración su calidad literaria y la actitud asumida por dicho autor en su vida. Igualmente, en la apreciación de una obra literaria no ignora los datos ideológicos y biogr·ficos del autor.
Queda fuera de duda que Prada estudió con pasión y conciencia la historia de las religiones, el pensamiento filosófico sobre las mismas y los aportes de ciencias tales como la ling¸ìstica o la antropologìa. Sus estudios le convencieron de "la realidad histórica de Jesús", y a partir de ahì, realizó una evaluación bastante positiva de los mèritos del hombre Jesús y de su doctrina, que considera desfigurados por el catolicismo al que califica de "politeìsmo sacerdotal". Sostiene tambièn que "[...] el Cristianismo con todas sus sectas, es lo mismo que el Islamismo, un cisma del Judaìsmo"42. Los mejores testimonios de esta investigación personal son dos extensos ensayos de la dècada de 1890, cuyos borradores son aun anteriores, "Jesucristo y su doctrina" (1891-98) y "Catolicismo y ciencia" (1891-98, con enmiendas hasta 1907). Ignoramos por què el autor terminó desinteres·ndose de dichos trabajos, que sólo fueron publicados en 1937 por su hijo. Tal vez sea la consecuencia de una nueva estrategia de propaganda, orientada hacia un público menos culto y poco receptivo a ese tipo de textos. En efecto, en los primeros aòos del siglo XX, desengaòado de las èlites intelectuales, Prada invirtió su energìa en la prensa obrera y se adaptó al lector popular para predicar la violencia revolucionaria como única vìa de redención de la humanidad oprimida.
1 M. G. Prada, 1924 [1908] "Nuestros liberales" (1902), Horas de lucha; Callao: Tip. Lux, p. 163. El subrayado es de Prada.
2 Dichos autores son mencionados en el ensayo "Renan" (1893-97), P·jinas Libres, en Gonz·lez Prada, M., 1985 Obras; Lima: PETROPERÚ, v. 1, p. 193.
3 "M·s que un libro, un esplèndido brulote/ Lanzado contra el rey y el monigote", reza uno de sus "grafitos"; vèase M. G. Prada, 1937 Grafitos; Parìs: Louis Bellenand, p. 42.
4 M. G. Prada, 1937 Nuevas P·ginas Libres; Santiago de Chile: Ercilla, p. 102.
5 "Vìctor Hugo" (1885), P·jinas Libres, ed. cit., p. 188. Considera que la gravedad de Hugo completa la alegrìa de Voltaire y que "Ambos poseyeron laudacia en las ideas, la universalidad de la inspiración, la constancia en el trabajo, la combatividad infatigable, la vejez sin decrepitud i la fuerza tenaz de arraigarse a la vida", ibidem, p. 189.
6 "El siglo XVIII" (1884-90), Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 102.
7 "Polìtica y religión" (1900), Horas de Lucha; ed. cit., p. 347.
8 El padre Jacinto se opuso al dogma de la infalibilidad pontifical, fue excomulgado en 1869 y fundó una iglesia galicana. El teólogo católico liberal Doellinger fue excomulgado en 1871 por su oposición al mismo dogma y se pronunció en favor de la separación de la Iglesia y del Estado. Channing criticó el calvinismo. Mencionados en "Vijil" (1890-94; P·jinas Libres), "Instrucción laica" (1892-94; primera versión de "Instrucción católica"; P·jinas Libres, edición princeps), "Catolicismo y ciencia" (1907; Nuevas P·ginas Libres).
9 El poeta Herder, tambièn traducido por Prada en la dècada de 1870, escribió dos vidas de Jesús, pero ignoramos si el limeòo las habìa leìdo: El Redentor de los hombres según nuestros tres primeros Evangelios (1796) y El Hijo de Dios, el Salvador del mundo, según el Evangelio de Juan (1797).
10 M. G. Prada, 1915 "Renan" (1893), P·ginas Libres, con un estudio crìtico de Rufino Blanco-Fombona; Madrid: Sociedad Espaòola de Librerìa (Biblioteca Andrès Bello, VII), pp. 199-200. Esta edición no autorizada reproduce la primera, sin las modificaciones ortogr·ficas introducidas por el autor. El p·rrafo citado fue suprimido en las ediciones posteriores, que integran las correcciones al texto publicado en 1894. Dichas transformaciones amplifican las crìticas y, en menor medida, tambièn las alabanzas, sin alterar globalmente la apreciación inicial sobre Renan.
11 P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., p. 194.
12 Prada no cita las otras obras de Strauss, por ejemplo: La dogm·tica cristiana (1840) y La antigua y la nueva fe (1872).
13 Autor de trabajos sobre la religión, en particular Estudios de historia religiosa (1891). Prada cita al historiador en "Propaganda y ataque" fuera del contexto religioso.
14 Notovitch, autor de una mistificación comercialmente exitosa, afirma en su libro que Jesús adolescente abandonó Palestina por la India y el Tibet. Cailleux, conocido por situar la acción de la Odisea y de la Ilìada en el Atl·ntico (Troya en Inglaterra. Menelao en Parìs. Resumen de ocho conferencias dictadas en Parìs, 1885), afirma que la fuente original de los Evangelios fue escrita en celta. Es autor de Origen cèltico de la civilización de todos los pueblos (1878).
15 Pensamos en Reimarus, Hess, Reinhard, Bahrdt, Venturini, en el siglo XVIII, y Paulus, Schleiermacher, Weiss, Harnack, Wellhausen, Bousset, Reitzenstein, Khler en el siglo XIX.
16 Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 41.
17 Hay algunas excepciones: el matem·tico y dramaturgo Josè Echegaray, el naturalista Odón de Buen y el bacteriólogo Jaime Ferr·n, adem·s del citado Pompeyo Gener.
18 Grafitos; ed. cit., p. 34.
19 "En Espaòa tenemos el papagayismo religioso de Santa Teresa y los mìsticos, el filosófico de Sanz del Rìo y los dem·s krausistas [...].", "Campoamor" (1903), sexta nota marginal del autor, Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 144. Sin embargo, este desprecio no afecta la obra del mismo Krause:
La maravilla secular de Espaòa
Es la ocurrencia de endiosar a Krause;
Mas sin Krause, los genios espaòoles
Continuarìan adorando a Balmes. (Grafitos; ed. cit., p. 48).
20 "Discurso en el Teatro Olimpo" (1888), P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., p. 67.
21 Adem·s del largo ensayo "Renan" (1893) en P·jinas Libres (Obras; ed. cit., pp. 191-208), escribió dos artìculos: "El entierro de Renan" (M. G. PRADA, 1945 El Tonel de Diógenes; Mèxico: Tezontle, pp. 81-84) publicado en 1899 en Germinal (Lima), y "Junto a Renan" (Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., pp. 115-122) publicado en 1903 en La Revista (Lima). Existe tambièn un fragmento "Renan" en El Tonel de Diógenes (ed. cit., p. 146).
22 En una de las numerosas enmiendas posteriores a 1894, afirma: "Si el libro de Peyrat deja tal vez en el ·nimo del lector una impresión m·s duradera i eficaz, la obra de Renan, con todas sus herejìas destiladas en cl·usulas mìstico-idealistas, ofrece el curioso aliciente de música profana, tocada en órgano de iglesia, por eximio artista", "Renan" (1893), P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., p. 195.
23 Ibidem, pp. 194 y 196.
24 Ibidem, p. 199. Los Ensayos de psicologìa contempor·nea (1883, completados en 1889) de Bourget concluyen que el cristianismo salvar· la sociedad. En 1901, el escritor francès volvió al catolicismo, que habìa abandonado hacia 1867, y se convirtió en el representante de la tradición y del orden moral, del conservadurismo y del nacionalismo.
25 "Renan" (1893), P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., pp. 201-202. La última frase fue aòadida al texto original.
26 "Polìtica y Religión" (1900), Horas de Lucha; ed. cit., p. 341.
27 "Renan sostiene el pro i el contra con asombrosa desenvoltura, no por mala fe, sino tal vez por descubrir la frajilidad de la Dialèctica [...]. Cuando Renan reconoce en Vìctor Cousin uno de los escitadores de su pensamiento, se comprende que por el af·n d'encontrar en todo alguna verdad, quiera conciliar hasta las contradicciones", "Renan" (1893), P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit, p. 202. Subrayado de Prada.
28 Memoranda n° 243, El Tonel de Diógenes; ed. cit, p. 230.
29 "Augusto Comte, despuès de fundar la Filosofìa Positiva, concibe el monstruoso fetiche de la Humanidad y quiere organizar un sacerdote [sic, sacerdocio] profano con una liturgia laica", "Catolicismo y ciencia" (1907), Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 49.
30 "Con razón Augusto Comte colocaba la verdadera Moral, la Moral sin Teolojìa ni Metafìsica, en la parte m·s encumbrada del saber, como el foco luminoso en la punta del faro", "Instrucción católica", P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., p. 138.
31 °Ayer un hombre y hoy un esqueleto!
Mas si veloz cruzaste por el mundo,
Dejas el rastro de un Pascal segundo,
De un Pascal sin abismo ni amuleto. (Grafitos; ed. cit., p. 39)
32 "Las esclavas de la Iglesia" (1904), Horas de Lucha; ed. cit., p. 96. Y tambièn: "Basta ya de compensaciones celestes i d'esperanzas ilusorias en una justicia sobrehumana, basta de narcóticos i derivativos que desalientan para lacción, relajan la energìa i convierten al hombre en la eterna vìctima del hombre", "Propaganda i ataque" (post. 1894), P·jinas Libres, en Obras; ed. cit., p. 167.
33 Prada cita este libro sin seòalar la referencia en "Polìtica y religión" (1900), Horas de lucha; ed. cit., p. 345.
34 "Las esclavas de la Iglesia" (1904), ibidem, p. 82. En la valoración positiva del protestantismo influyen el trato m·s igualitario reservado a las mujeres en los paìses anglosajones y el contexto peruano de lucha por la libertad de cultos.
35 Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 48.
36 Ibidem, p. 45.
37 P·jinas Libres, en: Obras; ed. cit., p. 256. LefËvre es autor de estudios sobre la historia de las religiones y de la Antig¸edad, por ejemplo Religiones y mitologìas comparadas (1877).
38 "Notas acerca del idioma" (1889-94), P·jinas libres, en Obras; ed. cit., p. 262.
39 Apunta asì en cuanto a Renan: "En 1891 y 1892 asistì a sus lecciones bisemanales: los s·bados a la Crìtica de las leyendas relativas a Moisès, los mièrcoles a la Explicación del Libro de Isaìas", "Junto a Renan" (1903), Nuevas P·ginas Libres; ed. cit., p. 118. El autor indica que tambièn escuchó las lecciones de Alfonso Aulard, especialista de la Revolución francesa, y de Fernando BrunetiËre, crìtico literario influenciado por el evolucionismo, en la Sorbona. Habla igualmente de Gastón Boissier, erudito especialista en poesìa latina.
40 "Entonces profesaban en ese mismo local: dHervey de Saint-Denys sobre la literatura china, Maspero sobre los textos de las pir·mides, Clermont-Ganneau sobre las inscripciones hebraicas de Jerusalem [sic], Barbier de Meynard sobre la lengua y literatura ar·bigas, etc.", ibidem, p. 119. Casimiro Barbier de Meynard ocupaba la c·tedra de persa y no la de ·rabe.
41 Horas de Lucha; ed. cit., pp. 84 y 90.
42 Vèase por ejemplo el artìculo "Un historiador", El Tonel de Diógenes, ed. cit., pp. 49-56. Para un estudio de la historia teológica y de la historia cientìfica en el pensamiento de Prada, vèanse las p·ginas 57-82, del excelente libro de Thomas Ward, La anarquìa inmanentista de Manuel Gonz·lez Prada; New York: Peter Lang, 1998.
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