|
Desorbitado, sin ideales concretos y sin una civilizacián que lo ilumine, el mundo parece como que girara en torno de un remolino de muerte. Los hombres esperan al nuevo pensamiento que los inspire, los impulse y los oriente, esperan que el verbo de la sabiduría los estudie, y, en consecuencia, los interprete y los guíe.
Lo que ha de venir
Esto nos preocupa grandemente lo que ha de venir. Y lo que ha de venir ha de ser la resultante del pensamiento que estudie la naturaleza psicolágica del hombre moderno, de ese hombre desconocido y atrevido irrespetuoso y audaz, impulsivo y revolucionario. Y ese hombre, fijo, como un obsesionado, en su existencia miserable, quiere redimirse por el amor y por el trabajo, pero por el amor paradágico que se apoya en la fuerza y por el trabajo que da holgura y libertad.
Eso es todo, eso es lo que pugna por venir. Falta, pues que la nueva sabiduría de los hombres que aspiran al saber nuevo, encuentren la forma, el modelo, la realidad humana en relacián con las realidades presentes de la historia. Falta el pensamiento de civilizacián, capaz de ordenar, de imponer y de reseñar los derroteros de los progresos ascensionantes por los que deben ir las sociedades humanas. Pero ¿dánde están o cuales son los hombres que aspiran al nuevo saber, artífices del mundo nuevo, forzadores del ideal, realizadores de un presente armánico y visionarios del porvenir? Esta es la duda que se mezcla a nuestro fuerte y viril optimismo, aunque hacemos por ahuyentaría y la ahuyentamos, en efecto, cada vez que la posibilidad de una vida más justa, más libre y más buena, loa vemos posada en alguno de los aspectos convulsivos de los pueblos, en forma de aurora
JOSE TORRALVO
WILSON Y ALBERDI
El proyecto de la liga de las naciones no es una originalidad norte americana. Las mismas intenciones que los Estados Unidos abrigaba Alemania, convencida del triunfo en la pasada emergencia; así nos lo aseguran el profesor Franz von Liszt y Leán Trotzski, el revolucionario ruso.
La historia da cuenta de un hocho parecido, la Santa Alianza Esta liga de gobiernos, defensiva y tiránica, tenía solo una intencián política, y, la que resultá de la conferencia de la paz tiene, más esencialmente, raíces econámicas. La Santa Alianza era un recurso de los reyes de derecho divino contra los avances revolucionario democráticos, y la liga de las naciones representa la unián de los capitalista para detener los propásitos demoledores de las nuevas ideas sociales y explotar sin consideracián a los países atrasados y sin elementos con que competir frento a las grandes potencias.
Hacia la realizacián de la liga de las naciones han convergido en todo tiempo dos tendencias: una con nacimiento desinteresado en el cerebro de los pensadores y otra en las ambiciones de los reyes y prepotentes de la tierra.
Así tenemos a Gregorio VII, a Inocencio III, a Carlos V, y a Napolean, por una parte; a Campanella, a Parieu, a Saint Pierre, a Sartorius y a Bluntschli por otra.
Distintos han sido los máviles de los que anhelaron una especie de Esta Universal, pues, mientras aquellos tenían el pensamiento fijo en el medio de asegurar la paz perpetua estos, lo tenían en la dominacián del mundo, en el gozo previo de ver la humanidad rendida servilmente a sus pies.
De Carlos V, a Saint --- Pierre, de
|